A pesar de que el consumo de alcohol en Chile ha disminuido en los últimos años, durante la época de celebraciones aumentan los riesgos asociados al alcohol, en especial en adolescentes. Los jóvenes no tienen control a la hora de beber y eso los puede llevar a provocarse lesiones o incluso manejar ebrios dañando a terceros.
Es un error vincular celebración con alcohol, ya que éste no genera alegría, al contrario, produce depresión y dependencia, más en unas personas que en otras. Una persona con un pariente directo alcohólico tiene más probabilidad de ser alcohólica que una persona sin antecedentes de alcoholismo en la familia.
El alcoholismo es un tipo de adicción en la que la persona depende física y psicológicamente del consumo de bebidas alcohólicas. Con tan solo unos pocos tragos de alcohol, puede cambiar el comportamiento de la persona, haciéndolo más torpe y disminuyendo su capacidad de discernir clara y rápidamente. Por lo mismo, algunos comienzan a consumir alcohol para desvincularse de la realidad, generando dependencia.
Algunos de los factores psicológicos pueden ser: necesidad de aliviar la ansiedad, conflicto en relaciones interpersonales, depresión y baja autoestima. Entre los factores sociales: facilidad para conseguir alcohol, presión de los compañeros, aceptación social del consumo de alcohol, estilo de vida estresante.
El psiquiatra a cargo del Programa Ambulatorio Intensivo, Dr. Tomás Middleton, advierte que es fundamental que los padres den un ejemplo de una relación sana con el alcohol desde edades preescolares, incentivándolos a valorar su tiempo libre utilizándolo en actividades valiosas como deporte, arte, acción social, etc. Además, Middleton recalca la importancia de tener padres involucrados en la crianza, es decir, que ambos se interesen por las actividades diarias de sus hijos para que de esta manera la relación sea más fluida y honesta.
El alcoholismo presenta claros síntomas, algunos de ellos pueden ser: dolor abdominal, confusión, beber solo, episodios de violencia ligados al consumo de alcohol, hostilidad al ser confrontado con relación a la bebida, falta de control sobre la bebida (no puede parar de beber), náuseas y vómitos, descuido al comer y en la apariencia personal, entumecimiento y hormigueo, temblor en las mañanas.
Nuestro desafío: “Obtener fondos para así poder hospitalizar pacientes en una primera etapa de desintoxicación, brindándole así un tratamiento más adecuado, en lugar de tener que derivarlo a otro centro con mayor capacidad”, agrega el doctor.
Actualmente contamos con dos programas de rehabilitación de alcoholismo: PAT (Programa Ambulatorio Tradicional) y PAI (Programa Ambulatorio Intensivo), que cuentan con 7 profesionales en total. Aprovechamos para darle la bienvenida a la psicóloga Carolina Aravena, al PAI, quien se incorporó el mes de agosto para reemplazar a Francisca Saavedra.